La imaginación creativa es el «aparato receptor» del cerebro que recibe los pensamientos emitidos por los cerebros de los demás. Funciona como la agencia de comunicación entre la mente consciente o razonadora de la persona y las cuatro fuentes de las que uno puede recibir estímulos de pensamiento. La emoción del sexo encabeza la lista de las emociones humanas, al menos en cuanto a su intensidad y fuerza impulsora se refiere. El cerebro que ha sido estimulado por la emoción del sexo funciona a mucha más velocidad que cuando esa emoción está inactiva o ausente. El resultado de la transmutación del sexo es el aumento del pensamiento hasta un nivel tan elevado que la imaginación creativa es altamente receptiva a las ideas. El subconsciente es la «estación emisora» del cerebro a través del cual se emiten vibraciones de pensamiento. La imaginación creativa es el «aparato receptor» a través del cual se captan las energías del pensamiento. El manejo de su estación «radiodifusora» mental es un procedimiento relativamente sencillo. Sólo ha de tener en cuenta tres principios, que debe aplicar cada vez que desee utilizar su estación radiodifusora: el subconsciente, la imaginación creativa y la autosugestión. Ya hemos descrito los estímulos por medio de los cuales se ponen en acción estos tres principios. Y debe recordar que el procedimiento empieza con el deseo. A veces, los hombres hablan con ligereza de lo intangible, de las cosas que no pueden percibir a través de ninguno de sus cinco sentidos, y cuando los oímos hablar, debemos recordar que todos nosotros nos hallamos controlados por fuerzas que son invisibles e intangibles.
El hombre no posee la capacidad
necesaria para comprender la fuerza intangible de la gravedad, que
mantiene a este pequeño planeta suspendido en el espacio, e impide que
el hombre se caiga de él, y mucho menos comprende el poder que esa
fuerza controla. Tampoco comprende la fuerza intangible (y la
inteligencia) existente en el suelo de la tierra, la fuerza que le proporcionan los alimentos que ingiere, la ropa que se pone, el dinero que lleva en los bolsillos.
En último término, aunque no sea lo menos importante, el hombre, a
pesar de su cultura y de su educación, comprende muy poco, o nada,
acerca de la fuerza intangible del pensamiento (la mayor de todas las intangibles). La escalera del éxito nunca está abarrotada en lo más alto.
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