jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo 9 - La Persistencia

La perseverancia es un factor esencial para el procedimiento de transformar el deseo en su equiva­lente monetario. El fundamento de la perseverancia es la fuerza de voluntad. Cuando la fuerza de voluntad y el deseo se combi­nan adecuadamente, forman una asociación irresisti­ble. La falta de perseverancia es una de las grandes causas del fracaso. 

Es más, la experiencia con miles de personas ha demostrado que la falta de perseverancia es una debilidad común a la mayoría de las personas. Se trata de una debilidad que puede supe­rarse mediante el esfuerzo. La facilidad con la que se venza la falta de perseverancia dependerá por com­pleto de la intensidad del deseo de cada cual. El punto de partida de todo logro es el deseo. Téngalo en cuenta constantemente. Las fortunas gravitan hacia los hombres cuyas mentes han sido preparadas para atraerlas con la misma seguridad con que el agua gravita hacia el océano. Sea perseverante, sin que importe la lentitud con que se mueva al principio. Con la perseverancia lle­gará el éxito. Quienes han cultivado el hábito de la perseve­rancia parecen disfrutar de una especie de seguro contra el fracaso. No importan las veces que se vean derrotados; siempre terminan por subir el último peldaño de la escalera. «Cada fracaso lleva consigo la semilla de una ventaja equivalente».

La perseverancia es un estado mental y, en con­secuencia, se puede cultivar. Como todos los estados mentales, la perseverancia se basa en causas defini­das, entre las que se encuentran las siguientes: 
a) Definición de propósito. Saber lo que uno quiere es el primer paso. 
b) Deseo. Resulta comparativamente fácil ad­quirir y mantener la perseverancia en persecución del objeto de un deseo intenso. 
c) Confianza en sí mismo. Creer en la capaci­dad propia para llevar a cabo un plan le estimula a uno a conseguirlo con perseverancia. 
d) Definición de planes. Los planes organiza­dos, aun cuando sean débiles y poco prácticos, estimulan la perseverancia.
e) Conocimiento exacto. La perseverancia se ve estimulada por el hecho de saber que los planes de uno son sanos, y que están basados en la experiencia o en la observación; «supo­ner» en lugar de «conocer» destruye la perse­verancia. fl Cooperación. La simpatía, la comprensión y la cooperación armoniosa con los demás tien­den a desarrollar la perseverancia. 
g) Fuerza de voluntad. El hábito de concen­trar los pensamientos propios en la construcción de planes destinados al logro de un propósito definido conduce a la perseverancia. 
h) Hábito. La perseverancia es el resultado directo del hábito. La mente absorbe y se con­vierte en una parte de las experiencias diarias de las que se alimenta. La mejor oca­sión para cuidar una idea es el momento en que nace. Cada minuto que ésta vive le proporciona una mejor oportunidad de sobrevivir. Muchas personas creen que el éxito material es el resultado de «casualidades» favorables. Hay una parte de verdad en esa creencia, pero quienes de­penden por completo de la suerte casi siempre se ve­rán desilusionados, porque pasan por alto otro fac­tor importante que debe hallarse presente antes de que uno pueda estar seguro del éxito. Se trata del conocimiento mediante el que se pueden producir «casualidades» favorables. La única «casualidad» en la que se puede confiar es aquella que uno ha sabido labrarse por sí mismo. Y eso es algo que se alcanza mediante la aplicación de la perseverancia. El punto de partida siempre es la definición del propósito.

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